Hay 6566 argentinos en lista de espera: Niños, jóvenes, adultos, el padre o la madre de alguien, el hijo de alguien, el esposo/a de alguien, el amigo de alguien. Ese "alguien" para miles de familias tiene un nombre propio; tiene, además, sueños qué realizar, hijos por quien velar, estudios por cursar, mundos qué recorrer, tiene alguien a quien amar... La importancia de la Donación de Órganos no es asunto de retórica, es -en efecto- un asunto de vida o muerte. El drama particular se minimiza con las acciones colectivas, todos somos donantes presuntos, pero también receptores presuntos. Inscribir la voluntad en el DNI, carnet de conducir, INCUCAI, y/o comunicarlo a los familiares es sumarse a la esperanza de quienes vivimos contando cada día como uno menos en la espera...
Yo jamás me imaginé vivir una situación como en la que me encuentro ahora, mi marido tampoco, uno no se despierta de un día a otro y dice "necesitaré un trasplante", sin embargo la vida te alcanza y ¡vaya qué te alcanza! Muchas personas se admiran de "mi fortaleza", e incluso hay quienes supusieron que abandonaría el barco cuando empezara a hacer aguas... Simplemente es así, pasó y lo afrontamos como podemos, con las armas que tenemos, nunca pasó por mi cabeza abandonarlo, será que a pesar de estar en contra de los formalismos, el día que me casé juré estar al lado de este hombre "en la salud y en la enfermedad", ¿porque de eso de trata, no? más allá de una frase romántca y pintada de colores esta la convicción de haber elegido al compañero para continuar mi viaje, mucha gente me cuestionó (y aún me cuestiona) el hecho de haberme enamorado como una idiota.
Quiero un hígado, es la frase que repite todos los días mi valiente marido, la repite en sus múltiples internaciones, en sus semanales controles médicos, en cada estudio, en cada análisis, en cada tarde con sol o lluvia "quiero un hígado" es su única consigna. Honestamente yo no tenía idea de cuánto debíamos esperar, supuse que, cuando su doctora le dijo "te quedás acá hasta que llegue el trasplante", sería cuestión de días, un par de meses a lo sumo, pero el tiempo me ha demostrado que esta espera puede llegar a desesperar. Hace poco despedí en la obra social a una pareja que había llegado de San Juan un mes después que nosotros, pude al fin conocer a la pareja de la mujer con quien cada jueves compartía las angustias, pues ahí, a la hora de los trámites somos los compañeros quienes nos vemos las caras y preguntamos ¿cómo está tu esposo/a? ¿cómo está tu hijo? El haber visto la lucha de su esposa y conocer por fin al "paciente", extrañamente me llenó de alegría... Y digo extrañamente porque es así, a cada uno le llega su momento, ni antes ni después.
El viernes pasado, charlaba con uno de los médicos manifestándole mi preocupación por tan larga espera, "no hay donantes" me respondió, la mayoría de las personas no sabe, o prentende no saber, que al fallecer en lugar de ser comidos por gusanos, puede darle una segunda oportunidad a otro ser humano y, para los más místicos, saber que existe una vida después de la muerte. A veces me siento como buitre sobrevolando a su presa, esperando que alguien muera para salvar la vida del amor de mi vida, pero sé -bien que sé- que nadie tiene la vida comprada y que lo único seguro es que la gente tiene la mala costumbre de morirse a diario. Hoy estamos esperando y -desde ya- honrando y respetando a quien en su momento más dificil decidirá no mirar de costado, esperamos por alguien que no conocemos ni conoceremos, que en un infinito gesto de solidaridad pensará en alguien más que en sí mismo, dejando de lado todo egoísmo y quien entregando sus órganos honrará así toda su existencia.
Una vez, y antes de que todo esto me sucediera, tuve una discusión filosófica sobre la donación de órganos, incluso con fines científicos, me acuerdo como si fuera ayer cuando -horrorizados- muchos me escucharon decir: "Si mi cuerpo por entero puede ayudar a la cura de una enfermedad, a la salvación de una persona, a los ojos, piel, riñón, huesos, corazón, hígado de otro ¡bien vale la pena morir!"... Acabo de darme cuenta que este post me salió mortuorio! jajaja. No era mi intención abrir una puerta con el más allá, simplemente dejar constancia que en el más acá todos necesitamos de todos, que las buenas acciones vuelven, que no podemos esperar a los gobiernos, a los curas, a los científicos, a los bancos, debemos comenzar a pensar como un colectivo, como parte integral de un todo. Hoy por tí, mañana por mí; hoy mi esposo quiere y necesita un hígado, mañana seré yo quien lo done para que otro pueda y deba vivir!
Lu*
No hay comentarios:
Publicar un comentario