18 may 2011

Detenerse... y mirar



Hay veces que hay que denerse, ponerle un freno a la inercia que parece conducirnos por el camino correcto, dejar de hacer lo que se debe hacer, y sólo hacer lo que hay que hacer... Después de una crisis (-y otra noche sin dormir-), tras los mutuos cansancios y con la ayuda de "mi conciencia", he decidido detenerme e intentar salir de la vorágine que implica llevar una vida a cuestas...

En alguna curva del camino perdí a mi marido y mi marido también perdió a su mujer, ya lo dije antes: mis días se asemejan a los de una cuidadora, cumpliendo roles de nana o madre y me alejé -o las circunstancias me alejaron, porque vale quitarme ese peso- de lo que sostiene esta empresa en común: Ser pareja... Yo manejo cada uno de los instantes en la cotidianidad de mi esposo, elijo lo que come, lo que viste, manejo el dinero, la hora en que toma sus medicamentos, incluso la hora en que debe irse a dormir, soy algo así como una matrona de antaño y estoy exhausta; él por su parte ha dejado de ser quien "llevaba las riendas", quien me cuidaba, quien daba los consejos y orientaba cada uno de mis pasos, a quien yo recurría para responder mis dudas y entender la locura argentina, él -mi maestro- conocía los mejores restaurantes, y le resultaba interesante sugerirme, seducirme con gustos y sabores.

He mirado en lo profundo, en medio de la neblina que nos cubre, pude volver a ver... Así que hoy, bajaré la guardia, y lo dejaré recobrar, en la medida de lo posible, lo que siempre ha sido. Atenta, debo seguir mirando atenta pues estoy segura que pronto he de volver a enceguecerme, pues parece más sencillo tener el control aunque todo se descontrole. "Mi conciencia" me recomendó devolverle un poco las riendas, algo parecido a lo que me dijo una sabia mujer mayor hace ya muchos años, y -que afirmaba- era el secreto del matrimonio: "deja que él piense que tus deseos son su brillante idea", bueno, entrego la carga y dejo por un instante que mi espalda descanse un poco, dejo la sobreprotección y devuelvo la autoestima; dejo de ser la todopoderosa, para ser tan sólo una mujer que necesita acurrucarse entre los brazos de su hombre.

Que así sea.

Lu*

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