30 may 2011

30 de Mayo Día Nacional de la Donación de Órganos


El lunes 30 de mayo de 2011, en conmemoración del Día Nacional de la Donación de Órganos, se realizará un Acto en el Salón Ramón Carrillo del Ministerio de Salud de la Nación a las 11 horas. El evento contará con la participación de las máximas autoridades sanitarias nacionales, de representantes del sistema de procuración, de las principales sociedades científicas y de pacientes trasplantados. Se reconocerá a los hospitales que más logros obtuvieron en materia de procuración órganos en lo que va del año.

La fecha es una oportunidad para estimular la conciencia sobre el valor de la donación de órganos

El 30 de mayo en nuestro país se conmemora el Día Nacional de la Donación de Órganos por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº1079/97. La fecha fue establecida debido al nacimiento de Dante, hijo de una mujer trasplantada hepática en un hospital público, que representa la posibilidad de dar vida después de haber recibido un trasplante.

Esta fecha se presenta como una oportunidad para estimular la conciencia sobre el valor de la donación de órganos para trasplante y reflexionar acerca de un problema de salud que afecta a ciudadanos de nuestro país.

Durante los últimos años Argentina registró índices históricos en la generación de donantes y la disponibilidad de órganos. Los establecimientos sanitarios ocuparon un rol estratégico y la intervención de la comunidad hospitalaria fue determinante para lograr estos resultados

En el Acto, encabezado por el Dr. Juan Luis Manzur, Ministro de Salud de la Nación, se reconocerá a aquellos hospitales que reflejan en sus resultados la incorporación de la procuración de órganos y tejidos como una actividad médico asistencial propia de los establecimientos sanitarios.

Se otorgarán distinciones a los Hospitales con más procesos de donación en lo que va del año. También se reconocerá a aquellos organismos que han alcanzando las mayores tasas de donantes por millón de habitantes en este período.

La concreción del trasplante es posible gracias a la participación de la sociedad representada en el acto de donar, a la intervención de los establecimientos hospitalarios y de los organismos provinciales de procuración pertenecientes al sistema sanitario argentino.

En conmemoración de este día los organismos de procuración y Organizaciones No Gubernamentales de las distintas provincias llevan a cabo diversas actividades, teniendo como principal objetivo fortalecer el compromiso del Sistema de Salud -de sus profesionales, técnicos y trabajadores- con el proceso de donación y trasplante.

Información del INCUCAI

Hoy también en la Plaza de los dos Congresos trasplantados de todo el país, como así también personas que están a la espera de un órgano para ser trasplantadas, se concentrarán este lúnes, a partir de las 14, en la Plaza de los Dos Congresos, frente al Palacio Legislativo, para reclamar por una pronta sanción de la Ley para Trasplantados.

Este movimiento es impulsado, desde la provincia de Corrientes, por Germán Montenegro, un jóven trasplantado de hígado.

La ley, precisamente, se encuentra todavía en la Comisión de Salud y Deporte de la Cámara Alta. A pesar de contar con una adhesión mayoritaria de sus integrantes, todavía no obtuvo dictamen porque le falta una firma. Luego debería ser tratada en la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Al respecto, los asesores responsables de la Comisión de Salud le aseguraron a NCN que este trámite podría ser muy rápido, debido al consenso que hay para su urgente debate en el recinto. Según el senador José Cano, existe un principio de acuerdo de todos los bloques que ello suceda en la sesión prevista para el miércoles próximo.
Fuente: Ley TX - leytx.com.ar


Doná tus Órganos y acompáñanos en la cruzada, Pacientes en Lista de Espera y Trasplantados de todo el país, agradecen tu compromiso. Apostemos a la vida!

29 may 2011

Gente divina del corazón...

qué suerte que hoy la alegría tiene tu nombre y tiene tu piel...



Fin de semana con amigos y el MELD bajo...



Finalmente concluyó otro fin de semana, otro más en esta especie de limbo que nos mantiene atentos al teléfono, por si llega el milagro... Uno más también donde la solidaridad de hizo presente, donde el sol acompañó tras un viernes sumergido en 8 horas hospitalarias para recauchutaje.

Paseos al aire libre, rica comida y palabras de aliento, es extraño cómo en medio de esta tempestad hay personas que, dejando de lado todo egoísmo, te toman la mano para ayudarte a pasar el mal trago. Nada importa -o si- que esa mano venga de alguien que ya ha pasado por ésto, de una mujer que acompañó a su marido trasplantado, ambos, sin lugar a dudas, pusieron -y bien puesto- el cuerpo. Parece mentira que cuando la sangre desaparece, la hermandad brote cruzando la ciudad, el país y el continente; dejando de lado trabajo, hijos, placeres para dedicarle tiempo a dos personas que sólo pueden hablar de padeceres.

El viernes recibí estóica la noticia: El MELD de Jorge había bajado un punto, se fué de 20 a 19, testificando que el milagrito debe seguir esperando ¿qué significa ésto? -"no mueve demasiado"- en palabras de un facultativo, pero es la diferencia de seguir en la carrera semanal, a mandarnos a la cola y volver a calentar motores hasta el próximo mes. Demasiado para nuestra psique. -"Es injusto, lo sé"- apuntó uno de los doctores -"pero así son los sistemas de medición internacionales"-, mientras yo me río (para no llorar) y bromeo (para no tirarme del balcón...). En efecto, así lo manda la facultad y no lo discuto... no es culpa de nadie que la lata de paté de mi marido apenas funcione a pesar de que el resto de su organismo se sigue deteriorando.

De no ser por quienes acompañan y equilibran mi cabeza y corazón, como ya lo dije: me tiraría de un balcón. Me ayudan a comprender que todo puede pasar, que nada está escrito, que todo pasa y todo queda y que tal vez, este tiempo en que haremos más lenta la marcha, podremos recobrarnos, reacomodarnos y tomar aire para volver a subirnos en la cresta de la ola; con el riesgo de caer pero también con la esperanza (la esperanza...) de volver a pisar el suelo firme.

Gracias entonces por estar, por acompañar, por no aflojar, por no aburrirse... por las pequeñas grandes cosas que hacen por nosotros, por ofrecernos su corazón; esta soledad y levedad en la que vivimos, sería más profunda y en definitiva más insoportable si no contáramos con ustedes. Que el universo se los multiplique!

(y mañana al médico otra vez...)

Lu*

26 may 2011

Aprendiendo a confiar...



Finalmente volvimos de la consulta de hoy, esa por la que tanto renegué el martes que le dieron el alta; esta vez por cuestiones de sillón, no pudieron hacer las prácticas necesarias y mañana debemos regresar, es así, para eso estamos aquí, por eso él se jubiló y por eso yo saqué licencia en la escuela... Por mucho que pese y haya que correr para cumplir con todo, es lo que se debe hacer.

Llegué y los doctores estaban a punto de reunirse en Ateneo, -"hablaremos de vos"- alcanzó a decirle su doctora (cuya palabra es para nosotros, pero sobre todo para él, palabra santa), -"espéranos 1 hora"- y así lo hicimos. Fuímos a la cafetería y desayunamos, aunque resulta más caro comer ahí que en los bares de los alrededores, el recorrido debemos hacerlo en silla de ruedas pues las hinchadas piernas y panza de Jorge, más su gran debilidad producto de la anemia, impiden que él pueda realizarlo por sus propios medios, no quedó de otra, la silla es del hospital y no puede andar paseando por doquier. Tomamos café con leche y tarta de batata (camote) y charlamos realmente animados, Jorge oscilaba entre la lucidez y sus viajes al país de andá a saber a dónde; sonreía, compartimos la tarta, aflojé sus zapatillas (tennis) y sentados en esa mesa -tomados de la mano- fué como si volviésemos al pasado.

Antes de la hora decidimos volver al consultorio y esperar ahí, no sin antes hacer una escala técnica para echarnos un cigarrito, para eso debíamos salir y hacia allá nos encaminamos cuando nos topamos de frente con su equipo de hepatólogos -se aguó el pucho- (cigarro). Lo atendieron con la camaradería que ya he descrito en algún otro post, mientras uno lo auscultaba otro hablaba conmigo sobre los detalles de la internación, sus laboratorios y los estudios que debía de hacerse; entendí todo, aunque ellos me "traducen" al criollo los complejos nombres clínicos, ya no hace falta, pues a estas alturas los hematocritos, leucocitos, creatinina, RIN y demás -otrora indescifrables- nombrecitos me los conozco como el precio del tomate.

Me quedé tranquila y salí de ahí con cierta paz: ya sabía -porque de boca de los propios médicos salió-  que el caso de mi esposo es uno de los más comentados y estudiados en cada Ateneo -"tenés mucha actividad en la sala"- le dijeron una vez, refiriéndose a esos encuentros semanales en donde se evalúa el todo por el todo de cada paciente, él mío particularmente está en estado calamitoso pero su laboratorio (es decir, las condiciones del pedacito de hígado que le funciona) sigue siendo una pinturita... Este equipo de brillantes doctores, me ha dado una vez más una muestra de que debo confiar, a veces no pueden explicármelo todo pero saben por qué hacen cada protocolo, lo mismo que yo no puedo explicar a cada alumno el porqué de cada uno de los trabajos, libros y procedimientos que utilizo para evaluar.

Elegimos bien nuestro centro de trasplante (nuestro derecho por ley a partir del 2005), más allá de ser privado y contar con una buena hotelería (fundamental para tantas asistencias), cuenta con el mejor equipo de trasplante reconocido incluso a nivel internacional; cuando hicimos las dos mil piruetas e indagaciones para decidir finalmente dónde atenderse, los resultados no dieron lugar a dudas, ahora tampoco. Debo aprender a esperar, a soltar, a dejar en las mentes especializadas la salud de mi esposo, debo recordar que -aunque sólo es un trabajo- el mío me apasiona y me involucro con la realidad de cada uno de mis muchachos, sé a quién exigir, a quién estimular, a quien "regalar" medio punto en un trimestral, a quien prestarle mis libros porque no los puede comprar.

Estoy aprendiendo a respirar cuando parece que el aire se acaba, como cuando era niña en las playas de Tampico y mi padre me enseñó a respetar el mar: "Si te atrapa una ola no luches, sólo déjate llevar; si te resistes te vas a ahogar, pero si te relajas tarde o temprano -seguramente con raspaduras- te escupirá".

Eso haré papá...

Lu*

25 may 2011

Espero que no te moleste que ponga en palabras...

qué maravillosa es la vida mientras estás en el mundo



Sin embargo...



Pocas veces he pensado lo que sería, si pasado el tiempo, no cumpliéramos nuestro objetivo, que el órgano no llegara y tuviera que decir adiós, despedirme para siempre... Pocas veces me he planteado esa posibilidad, aunque parece que hay mucha gente que insiste en que lo piense -con buena intención- pero cae como locro el 25 de mayo en estómago de extranjero.

Esas pocas veces que la funesta idea ha rondado por mi cabeza, me paralizo, no puedo ni siquiera imaginarlo, es una posibilidad no lo niego, pero me niego a aceptarlo como certeza. Esta historia comenzó hace muy poco, poco tiempo hemos tenido de disfrutar de nosotros, de lo que nos une y nos separa, de lo que nos hace bien y reconforta, de nuestras músicas y letras; yo me enamoré con la fuerza de un tornado inquieto, él con la sapiencia que dan los años y el haber andado.

Ante la pregunta de "si te vas o te quedas" a veces digo me voy; otras, me quedo. Si me voy es porque sin él mi moitivo se esfuma, si me quedo es porque al lado de él construí una aventura suficiente; su ausencia sería una burda jugarreta a quien hubo de cruzar 2 veces el mar para toparse con un hombre que se hiciera necesario. Hoy extrañándolo tanto -porque aunque esté conmigo, no es el hombre que amé- me sincero y pienso en el vacío que quedaría si el puto destino ya hubiese decidido jugar y empezase a tirar los dados.

Pocas veces una se enamora como idiota y es correspondida, pocas veces se encuentra al ser perfecto que tenga tu misma dosis de locura y fuego; una pareja, el compañero del viaje vital que te permite mirar más allá y recorrer senderos en silencio, o acobacharse y charlar -bailar jamás-; confrontar con verdad y salir ileso, reivindicado. Nos costó mucho llegar a este entendimiento, son 23 años de caminos dispersos, pero cuando, a fuerza de amar y a pesar de los contratiempos, pudimos darnos cuenta que nuestra imperfección era lo que el otro buscaba para echar amarras y ya no tener que lanzarse al mar, el corazón descansó contento.

Pasan los días y las internaciones, varias veces a la semana consulto su lugar en la lista, si sube o baja porque aún hay tiempo, aún no se acaba... Por eso mi rabia y mi bronca, por eso la angustia; he decidido salvar esta vida porque también es la mía, es mucho lo que este hombre ha obrado en mí, por eso lo arropo, lo baño, lo mimo, por eso lo llevo en brazos; todos los días le digo lo feliz que soy a su lado y si tuviera que elegirlo nuevamente, a pesar de lo que hoy vivo, sin embargo lo haría, porque mi alma vagabunda sabe: no hay otro como él.


Lu*

24 may 2011

De vuelta en casa...


Tras varios días de ausencia, Jorge está nuevamente en casa, hasta último minuto todo fue un misterio: los clínicos decían "se va"; los hepatólogos, "se queda", unos lo emocionaban otros lo pinchaban, mientras yo contenía su angustia preparando su cabeza que ya está demasiado volada. En el tire y afloje, nosotros quedamos de rehenes, finalmente la noticia llegó y a levantar los bártulos que habíamos acumulado.  Pese a mis intentos porque se quedara un par de días más, la decisión no estaba en mis manos... debemos volver el jueves, para realizar estudios complementarios y hacer controles, me lo traje, a regañadientes ¿si ya estábamos ahí, por qué no se los hicieron de una buena vez? que me expliquen por qué si está inactivo en lista (cosa que sólo pasa cuando las cosas no están del todo bien, fundamentalente cuando hay infección) ¿por qué mierda lo dejaron ir? Si, si, ya sé que mañana es feriado, mañana nadie quiere trabajar pero acá los que estamos jugados somos nosotros.

A los pedos el jueves deberé llevar a mi marido -otra vez- al hospital, y a los pedos salir para llegar a tiempo a la obra social y sacar las 2000 órdenes para los estudios que quedaron pendientes, a los pedos con el bonito mío dando vueltas de lugar en lugar, de taxi en taxi, porque para poder cumplir con todo no quedará un momento para poder llevarlo a casa, -"cualquier cosa lo traes a la guardia"- me dijeron y en esa cualquier cosa median de 30 a 40 minutos de traslado... En fin, supongo que habrán hecho lo correcto, después de todo quien tiene que partirse y cubrir cada uno de los costados (que a veces parecen infinitos) no es su paciente; hace tiempo, quien se ocupa de nuestro expediente en la obra social me dijo: "Pon atención porque te vas a despersonalizar, vos no vas a existir y necesitas tener mucha base para no caerte cuando todo ésto acabe", agradecí sus palabras y conforme pasan los meses las voy entendiendo más y más, tengo muy presente que yo no soy la que importo, quien se está pulseando con la muerte no soy yo, quien pone el cuerpo en la camilla tampoco, pero sucede que este paciente necesita un acompañante y en toda la extensión territorial argentina (que es grande) no hay nadie -¡nadie!- más que esta re-boluda que hoy ha vuelto a perder los estribos.

¿La buena noticia? Jorge está en casa.

Lu*

23 may 2011

Más de 100 palabras...

Que valen la pena



No hay mal que dure 100 años...


Una sucesión de acontecimientos me llevaron hace unos días a casi perder la cabeza, otra sucesión de acontecimientos me hizo recuperarla. No se si fue la voluntad, o el universo alineándose a mis pies, pero una concadenación de eventos me llevó a encontrarme hoy así, en santa paz.

Mi histórico cable a tierra han sido las palabras, poder articular, largar, sacar, escupir los nudos que amenazan con anidarse en mi garganta, el silencio me mata, el silencio mío, ese que a veces pretendía escaparse a gritos; confiada desde siempre en lo que me gusta llamar "señales de la vida" y a sabiendas que el cuerpo también tiene su lenguaje, había pasado por alto los semanales dolores de garganta y al entorno que clamaba con fuerza: Detente! Cuando todo parece desbocarse, sabio es poner el freno y aprender a soltar lo que las humanas manos son incapaces de contener.

Me sinceré con mis padres, a quienes creyendo preservar, sólo causaba incertidumbre mientras yo me perdía de su brazo protector; volví a escribir, aquí, tirando palabras al ciber-espacio; fuí a la peluquería, mis rizos dejaron el desastre oculto bajo una vincha (banda); me perdí entre la gente y compré un libro; acepté que hay cosas que yo no puedo manejar y que es mejor que la manejen los doctores, sin culpas; volví a leer... volví a leer de la mano de una vieja amiga: Antonieta, con sus reminiscencias al Paseo de la Reforma y su Ángel; volví a estudiar, retomé el ensayo final de la especialización que me costó plata y horas nalga ¡debo titularme! no puedo dejar círculos sin cerrar porque los pendientes son implacables palos en la rueda que no te dejan avanzar.

Al detenerme me acordé de mí, y después de mucho tiempo pude dormir y darme largos baños calientes, cortar mis uñas con tijeras y no con los dientes; despertar con música y salir a la calle con ella. Jamás he renegado ni preguntado ¿por qué a mí? (¿por qué a él?) y ¿por qué no?, he aceptado cada instante porque a lo largo de mis variados caminos, aprendí que tras sumergirme en el fango tengo el poder de renacer; no sé si todo pasa por algo, aún no tengo la suficiente certeza para tal afirmación, sólo se que lo que hoy vivo -a pesar del dolor- me ha regalado instantes que merecen ser recordados y agradezco, agradezco por las sonrisas y la solidaridad, por las declaraciones de amor y la grandeza de algunos corazones, por la ternura y paciencia que he sido capaz de recibir y dar.

Procuraré eternizar lo que ahora digo, porque con mi total imperfección, volveré a los cafés amargos, a la sosobra del pecho oprimido, a las horas bañandas de llanto escondido, rinconero de secado rápido; a los pelos de loca y la mentira de los sueños perdidos. Y mientras eternizo -y para no cansar- voy a apagar la compu, me voy a bañar y dormir como es debido, a soñar con los angelitos: pío, ato, amén.

Lu*

21 may 2011

Mientras me quede corazón...

Siempre vuelve a amanecer



Otra y van...


Ayer amaneció, y a pesar de que el cielo teñía de gris, nosotros despertamos contentos y apurados; nuestra larga semana de visitias al hospital estaba a punto de terminar, sólo quedaba una consulta -y un drenaje- y estaríamos libres todo el fin de semana. Jorge entusiasmado, por el -literal- peso que le sacarían de encima ya planeaba el sábado al aire libre, al sol, un paseo por el Delta pintaba como una muy buena opción. Y así una vez concluída la consulta con sus respectivos análisis, desayunamos y mientras hacíamos tiempo aproveché para sacar los turnos e ir adelantando los trámites, intentando así despejar un poco la siguiente semana.

A las 12:00 hrs. muy puntales hicimos el ingreso para una punción más, -una raya más al tigre- como suele decir mi marido, llegamos muy sonrientes a la sala y mientras lo atendían aproveché para ir a buscar a su hepatóloga y hacerle algunas preguntas. Ella respondió y también preguntó, cosas tan específicamente comunes que uno ya empieza a ver como "normales". -"Cuando terminen, van a ir hacerle otros controles", asentí y me fuí volando a buscar al interpelado, que clamaba ya por mí creyéndose en el olvido; pasamos al sillón de cada 3 semanas, cómodo, mullido, especial para reponer lo que falta y después decir un rápido hasta luego.

En efecto, horas más tarde se acercó uno de los chicos de hepatología, comenzó a preguntarme y mi boca no paraba de contar y contar cada detalle en la vida cotidiana de la última semana: la ansiedad, las largas noches en vela, el carácter volátil, comezones, nuevos medicamentos, jaquecas, ¡mi locura! etc, etc, etc. Me escuchó con complicidad, y es que suelo hablarle como a un chico más de la camada (después de todo, si no es de mi edad, es acaso menor que yo), no sé si esté bien o mal, pero poder narrar a boca de jarro hace que yo no pierda un sólo detalle. Entró, saludó a mi esposo bromeando, como es su costumbre, y comenzó a revisarlo sin parar de bromear, después me llamó aparte para explicarme lo que sucedía.

A estas alturas, hasta el lector más inexperto adivinará el dictamen: Internación. Lo que yo veía "normal y, que justificaba como "parte de", resultó que no era tan así, era preciso estabilizarlo porque dentro de poco yo no podría manejarlo... Cuando en diciembre del 2010, lo intervinieron para colocarle el TIPS, nos notificaron de los riesgos que -de no funcionar- el aparatito acarrearía, pensamos largamente antes de firmar, el miedo de "perder la cabeza" era algo que asustaba en gran medida a mi, absolutamente cerebral, marido -"sin mi cabeza no"- me decía y tras varias charlas con especialistas nos decidimos y pusimos la firma; el dichoso aparatito jamás funcionó, al mes ya estábamos de vuelta con los drenajes, más espaciados, si... pero no resultó lo que esperábamos, lo que si resultó fue el fantasma del deschavete, la llamada Encefalopatía.

Así que desde ayer mi caballero duerme en el hospital, yo lo acompaño a lo largo de todo el día y por la noche vuelvo a casa para descansar un poco y distenderme, después de tantas internaciones uno ya no se acelera, es parte de la vida, ésta vida. Su habitación parece una extensión del dormitorio de casa, procuro que nada le falte, que esté lo más cómodo posible, las enfermeras (y como ya lo dije antes) médicos y mucamas lo conocen -nos conocen- así que cada vez que vuelve lo reciben con cariño y un dejo de tristeza, pues cada vez que le dan el alta se despiden diciendo: Espero que tu próxima internación sea la del trasplante...

Y mientras el trasplante bendito llega, paseamos por los pasillos desiertos en fin de semana, comemos chucherías, charlamos, dormimos, reímos y cuando el cuore lo pide, lloramos juntos tomados de la mano. Esta internación es tan rutinaria que los amigos ya no llaman, a pesar que los sobresaltos nunca faltan, pero uno se va haciendo cada vez más resistente, más curtido, más... más fuerte; y no es que no duela, que no se conmueva el alma, que no se destruya mi espalda por tantas horas sentada, tampoco pasa mi estreñimiento nosocómico, ni mis nervios, ni su desconsuelo, ni el miedo al porvenir, es sólo que ante el sufrimiento uno va echando mano de lo que tiene para poner en resguardo, aunque sea un poquito, el corazón.

Lu*

19 may 2011

Extraño mis libros...



Hoy después de hacer el trámite de todos los jueves, el que nos permite mantener esta historia, decidí caminar por la calle Perú, perderme entre tanta gente y -debajo de los lentes oscuros- lagrimear un poco; respiré y respiré profundo, con la profundidad que sólo acompaña a la libertad, libertad de sentirme por un instante parte de ese mundo que a pesar de nunca detenerse, para mí permanece congelado; miré distraída cada uno de los puestos que han hecho de esa peatonal (cuya continuación es Florida) un mercado persa, poco queda ya de los artesanos, hoy se puede ver -entre los neo-hippies- un cúmulo de oferta variada made in China.

Caminé hacia el correo ubicado en Av. de Mayo, y al entrar me di cuenta que había dejado en casa (otra vez...) la dirección a donde debía enviar el valioso paquete que llevaba en mis manos, un pequeño presente para ese hermoso niño que se ha convertido en una esperanza en este corazón condolido: Mi sobrino, la luz en mi orscuridad y la promesa de un mañana. A sabiendas que no podré asistir a su nacimiento, quiero estar presente aunque sea a la distancia, por eso, esa cajita conteniendo ropa dimininuta color celeste se ha convertido en una asignatura pendiente.

Habiendo olvidado la dirección, pensé por un momento en continuar mi caminata sin rumbo fijo, a ver qué podía encontrar y tal vez sin buscar me topara con algo que pudiera sorprenderme, miré el reloj y supe que debía volver, la interminable espera en la obra social, donde sabes a qué hora llegas pero no a qué hora te vas, hizo que mi tiempo en la calle se detuviera. Al pasar encontré un par de flores de piel y las compré, pensando en el verano y la flor de una sandalia que perdí en una ambulancia, acto seguido me dirigí a la calle que tomo cada día para volver a casa, caminaba ensimismada en las múltiples necesidades no cubiertas que mi esposo tendría apenas yo cruzara el quicio de la puerta cuando mis ojos se perdieron en una manta colmada de libros viejos, -"están de promoción" me dijo el librero callejero y decidí que acaso podía demorarme un par de minutos, total, las obligaciones y demandas no cambiarían si yo llegaba con un libro de más o de menos.

Me gustan los libros usados, tengo predilección por ellos, no sólo por lo económicos que resultan en comparación de los nuevos, sino por esa sensación de estar compartiendo al unísono las fantasías de algún otro, me gusta su olor, su color amarillento, me gusta leer sus inscripciones y dedicatorias, yo misma dejo mi huella en cada uno de los libros que leo, y que a veces libero, regalo, presto, y en algunas ocasiones nunca más recupero. Aquel que lee sabe lo que cuesta desprenderse de un libro, favorito o no, incluso si ha sido una mala lectura, a los lectores fanáticos nos gusta coleccionar esas historias por lo que nos movieron, por eso compro libros que otros ya leyeron, así cada libro adquiere doble sentido: la obra que el autor consignó y la vida de quien habiendo leído, se desprendió.

Junto a mí, un joven estudiante pagaba 2 monedas por Cortázar, el vendedor le hizo una rebaja porque era un joven lector de Cortázar, vaya a saber Dios si era verdad o una treta de mercachifle, pero mi alma de maestra no pudo dejar de asentir con alegría ¡nuestros muchachos están leyendo!... Yo seguía buscando un libro que me hablara, entre los muchos autores conocidos, desconocidos e ignorados, vagatelas de mercado y verdaderas joyitas en buen estado, mi corazón latió reconociendo "El llano en llamas". -¿lo conoce? preguntó el vendedor. -¡por supuesto! me lo llevo. -Un muy buen libro, dijo. -Si, un muy buen libro, respondí.

Y así, feliz y alejada de toda tribulación seguí caminando, recordando cada uno de los cuentos del libro que llevaba en mis manos, acaso he leído a Rulfo una decena de veces y siempre vuelvo para encontrar aquello que se me había escapado. Regresé a casa pensando en los autores que hasta ahora ahora he leído y los muchos que me faltan por conocer, pensando en la pila de obras pendientes, "empolvadas", que me esperan silenciosas en mi mesita de luz y que no he tenido tiempo ni ganas de disfrutarlos. Extraño tanto mis libros, poder concentrarme más de 15 minutos sin interrupciones, adentrarme en un mundo que no me pertenece pero que por fuerza de leer he de apropiarme... esta noche volveré hacer un intento, si no me duele la cabeza, la espalda, los brazos o el alma, trataré de ver si mis ansias por leer aún no se han calmado, lo intentaré pero no prometo nada pues, a pesar de extrañarlos tanto, son muchas las necesidades que debo cubrir al llegar a casa...

Lu*

18 may 2011

A la par

Le he pedido tanto a Dios...



Detenerse... y mirar



Hay veces que hay que denerse, ponerle un freno a la inercia que parece conducirnos por el camino correcto, dejar de hacer lo que se debe hacer, y sólo hacer lo que hay que hacer... Después de una crisis (-y otra noche sin dormir-), tras los mutuos cansancios y con la ayuda de "mi conciencia", he decidido detenerme e intentar salir de la vorágine que implica llevar una vida a cuestas...

En alguna curva del camino perdí a mi marido y mi marido también perdió a su mujer, ya lo dije antes: mis días se asemejan a los de una cuidadora, cumpliendo roles de nana o madre y me alejé -o las circunstancias me alejaron, porque vale quitarme ese peso- de lo que sostiene esta empresa en común: Ser pareja... Yo manejo cada uno de los instantes en la cotidianidad de mi esposo, elijo lo que come, lo que viste, manejo el dinero, la hora en que toma sus medicamentos, incluso la hora en que debe irse a dormir, soy algo así como una matrona de antaño y estoy exhausta; él por su parte ha dejado de ser quien "llevaba las riendas", quien me cuidaba, quien daba los consejos y orientaba cada uno de mis pasos, a quien yo recurría para responder mis dudas y entender la locura argentina, él -mi maestro- conocía los mejores restaurantes, y le resultaba interesante sugerirme, seducirme con gustos y sabores.

He mirado en lo profundo, en medio de la neblina que nos cubre, pude volver a ver... Así que hoy, bajaré la guardia, y lo dejaré recobrar, en la medida de lo posible, lo que siempre ha sido. Atenta, debo seguir mirando atenta pues estoy segura que pronto he de volver a enceguecerme, pues parece más sencillo tener el control aunque todo se descontrole. "Mi conciencia" me recomendó devolverle un poco las riendas, algo parecido a lo que me dijo una sabia mujer mayor hace ya muchos años, y -que afirmaba- era el secreto del matrimonio: "deja que él piense que tus deseos son su brillante idea", bueno, entrego la carga y dejo por un instante que mi espalda descanse un poco, dejo la sobreprotección y devuelvo la autoestima; dejo de ser la todopoderosa, para ser tan sólo una mujer que necesita acurrucarse entre los brazos de su hombre.

Que así sea.

Lu*

17 may 2011

Te Quiero...


Para vos, siempre para vos...

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Mario Benedetti

Semana de Médicos...


Durante todo lo largo y ancho de esta semana, deberemos acudir al hospital para realizar diferentes estudios y controles: Laboratorio, ecodopler, hematología (¿?) y por supuesto, la cita semanal para actualizar el lugar en la lista (MELD), a veces me resulta simpático ir caminando por los pasillos (y alrededores) del hospital e ir moviendo la mano cual reina de la primavera: médicos, enfermeras, camilleros, administrativos, seguridad y ordenanzas ya son caras conocidas, incluso el diariero y la gente de la cafetería nos saludan al pasar.

Conocemos a cada uno de los pacientes y cada uno de los pacientes nos conoce, me son ya familiares los recobecos y pasillos, los atajos y los ascensores (los que nunca funcionan, los que siempre están llenos y los que sólo toman los boludos y por eso siempre están disponibles y funcionando...) Se con qué persona desplegar la risa, con quién presionar, con quien discutir y con quien se puede charlar; la ubicación de cada uno de los ceniceros y las puertas que permanecen abiertas cuando ya todos duermen, los quioscos, los precios, las panaderías... Conozco, si, cada falencia y virtud de ese hospital. Más de una vez he orientado a los recién llegados, discutido con los desubicados que se piensan en un shopping y no privilegian a las sillas de ruedas y camillas.

Desde diciembre del año pasado, parece que tengo un campamento armado en ese lugar y sería mucho más larga y pesada la espera si, detrás de aquellas batas blancas, no hubiese reconocido a las personas, especialistas que se preocupan por atender con calidad, por sacar adelante a mi marido, por revisarlo de un lado y otro, adentro y afuera para que no exista lugar a la duda. Su salud les importa, pero también les importa "él", Jorge es ya un favorito del equipo de hepatología, puedo decir sin miedo a equivocarme que ellos junto a nosotros están ansiando que llegue pronto el trasplante; me enternece su trato, cada uno de los miembros del equipo tiene su fortaleza y ponen esa fortaleza también en contener, contener incluso a esta esposa que a veces llora, otras se lamenta y más de una vez tiene (porque lo he aprendido) el valor de exigir. Importa tanto que el facultativo se preocupe por tí y no sólo por una parte, porque acaso necesitamos un hígado pero no somos un hígado, somos un hombre y una mujer con un hermoso pasado, atravesando un bache mientras planeamos futuro.

Por eso, pese al aire acondicionado, que hasta en el ahora otoño se resiste a rescindir, pese a la duda de cada nuevo estudio, a la extrañeza de los resultados, a dinero que se esfuma como agua fresca en cada visita, a las largas jornadas respirando encierro e incertidumbre, a lo agobiante que resulta una y otra vez acudir... Tengo confianza en sus cerebros y corazón; confianza detrás de sus ojos profundos, bromas y silencios. Sonrío. Nuestra vida está en sus manos.

Lu*

15 may 2011

Mi sobrino!!!

Y porque no todo es lamento y la vida es sí misma es una maravillosa fuente de alegrías, el equilibrio se abre ante mis pies...


¡Voy a ser tía! Es la noticia más feliz, hermosa, fantástica y sensacional que he recibido en mucho tiempo. ¡Mi hermanito va a ser papá! el primer hijo, nieto y sobrino. Y aunque melle la distancia, amo y amaré a ese niño con todos y cada uno de los latidos de mi corazón! ¡Qué viva la tecnología!

Lu*

Quiero un Hígado...


Hay 6566 argentinos en lista de espera: Niños, jóvenes, adultos, el padre o la madre de alguien, el hijo de alguien, el esposo/a de alguien, el amigo de alguien. Ese "alguien" para miles de familias tiene un nombre propio; tiene, además, sueños qué realizar, hijos por quien velar, estudios por cursar, mundos qué recorrer, tiene alguien a quien amar... La importancia de la Donación de Órganos no es asunto de retórica, es -en efecto- un asunto de vida o muerte. El drama particular se minimiza con las acciones colectivas, todos somos donantes presuntos, pero también receptores presuntos. Inscribir la voluntad en el DNI, carnet de conducir, INCUCAI, y/o comunicarlo a los familiares es sumarse a la esperanza de quienes vivimos contando cada día como uno menos en la espera...
Yo jamás me imaginé vivir una situación como en la que me encuentro ahora, mi marido tampoco, uno no se despierta de un día a otro y dice "necesitaré un trasplante", sin embargo la vida te alcanza y ¡vaya qué te alcanza! Muchas personas se admiran de "mi fortaleza", e incluso hay quienes supusieron que abandonaría el barco cuando empezara a hacer aguas... Simplemente es así, pasó y lo afrontamos como podemos, con las armas que tenemos, nunca pasó por mi cabeza abandonarlo, será que a pesar de estar en contra de los formalismos, el día que me casé juré estar al lado de este hombre "en la salud y en la enfermedad", ¿porque de eso de trata, no? más allá de una frase romántca y pintada de colores esta la convicción de haber elegido al compañero para continuar mi viaje, mucha gente me cuestionó (y aún me cuestiona) el hecho de haberme enamorado como una idiota.

Quiero un hígado, es la frase que repite todos los días mi valiente marido, la repite en sus múltiples internaciones, en sus semanales controles médicos, en cada estudio, en cada análisis, en cada tarde con sol o lluvia "quiero un hígado" es su única consigna. Honestamente yo no tenía idea de cuánto debíamos esperar, supuse que, cuando su doctora le dijo "te quedás acá hasta que llegue el trasplante", sería cuestión de días, un par de meses a lo sumo, pero el tiempo me ha demostrado que esta espera puede llegar a desesperar. Hace poco despedí en la obra social a una pareja que había llegado de San Juan un mes después que nosotros, pude al fin conocer a la pareja de la mujer con quien cada jueves compartía las angustias, pues ahí, a la hora de los trámites somos los compañeros quienes nos vemos las caras y preguntamos ¿cómo está tu esposo/a? ¿cómo está tu hijo? El haber visto la lucha de su esposa y conocer por fin al "paciente", extrañamente me llenó de alegría... Y digo extrañamente porque es así, a cada uno le llega su momento, ni antes ni después.

El viernes pasado, charlaba con uno de los médicos manifestándole mi preocupación por tan larga espera, "no hay donantes" me respondió, la mayoría de las personas no sabe, o prentende no saber, que al fallecer en lugar de ser comidos por gusanos, puede darle una segunda oportunidad a otro ser humano y, para los más místicos, saber que existe una vida después de la muerte. A veces me siento como buitre sobrevolando a su presa, esperando que alguien muera para salvar la vida del amor de mi vida, pero sé -bien que sé- que nadie tiene la vida comprada y que lo único seguro es que la gente tiene la mala costumbre de morirse a diario. Hoy estamos esperando y -desde ya- honrando y respetando a quien en su momento más dificil decidirá no mirar de costado, esperamos por alguien que no conocemos ni conoceremos, que en un infinito gesto de solidaridad pensará en alguien más que en sí mismo, dejando de lado todo egoísmo y quien entregando sus órganos honrará así toda su existencia.

Una vez, y antes de que todo esto me sucediera, tuve una discusión filosófica sobre la donación de órganos, incluso con fines científicos, me acuerdo como si fuera ayer cuando -horrorizados- muchos me escucharon decir: "Si mi cuerpo por entero puede ayudar a la cura de una enfermedad, a la salvación de una persona, a los ojos, piel, riñón, huesos, corazón, hígado de otro ¡bien vale la pena morir!"... Acabo de darme cuenta que este post me salió mortuorio! jajaja. No era mi intención abrir una puerta con el más allá, simplemente dejar constancia que en el más acá todos necesitamos de todos, que las buenas acciones vuelven, que no podemos esperar a los gobiernos, a los curas, a los científicos, a los bancos, debemos comenzar a pensar como un colectivo, como parte integral de un todo. Hoy por tí, mañana por mí; hoy mi esposo quiere y necesita un hígado, mañana seré yo quien lo done para que otro pueda y deba vivir!

Lu*

14 may 2011

Dr. Jekyll & Mr. Hyde...


Mientras escribo, voy pasando en limpio todas las cosas que he vivido en los últimos meses, desde aquella noche en que supe que "había llegado el momento", hasta ésta última noche -la de anoche- en la que no pude conciliar el sueño, ya que mi marido tiene los horarios cambiados, producto de su propia patología, mi valiente caballero duerme a intervalos a lo largo del día y su ansiedad se activa por la noche juntándose con mi frustración y cansancio.

Me enfurezco, no lo puedo controlar (a pesar de las varias tazas de tilo que tomo a lo largo del día); nunca, o mejor dicho, siempre he sido una leona cuando de dormir se trata, es irracional y me supera, incluso recuerdo la mañana de mi casamiento, cuando mi madre -que había cruzado el continente para estar presente- apareció muy sonriente y campante a despertarme... ¡vociferé! y después vino el arrepentimiento. Debo decir que cada noche he de conectar a mi marido a una sonda que pasa alimento nocturno, "la teta" la bauticé por su contextura lechosa y que es en realidad un compendio de todos los nutrientes que el hígado dañado ya no asimila pero que el cuerpo necesita con para seguir funcionando; mi esposo siempre ha sido un hombre libre de ataduras, tanto es así que vino a firmar papeles cuando ya nadie pensaba que iba a hacerlo: a los 54 años, frente a un juez y una breve comitiva dijo "acepto" causando el estruendo de aplausos y silbatinas de los incrédulos que asistían a nuestro casamiento. Nunca ha soportado rigores, "mandatos" como él los llama, imposiciones, disciplinas, todo aquello que tenga cara de cepo es para él una afrenta, así que permanecer 10 horas conectado a una máquina y sus cables, con los horarios cambiados (producto de la encefalopatía) y esa costumbre que tienen los músicos por vivir de noche, hacen que cada vez que se pone el sol, mi casa, ánimo y cordura se desmoronen.

Cada 45 minutos, o a lo sumo hora y media algo se le ofrece, ir al baño, tiene sed, algo le pica, tiene calor, tiene frío, hambre o ganas de fumar. Lo mismo pasa durante el día, pero entonces puedo ser consciente de mi proceder, de mis reacciones, de lo mucho que me necesita y saber que no pide para molestar, puedo ponerme en sus zapatos y pensar en lo que sería si fuese al revés, depender de alguien para calmar tus muy simples y básicas necesidades; y lo miro así, tan indefenso, tan "otra persona", tan distinto al hombre que -hasta hace tan poco- era una topadora, arrasaba, conseguía, lograba y forjada solo, siempre solo... tan frágil que a veces siento que se me escapa de las manos sin poder evitarlo y tengo ganas de gritarle ¡vamos reacciona, vuelve a ser tú, te necesito tanto! pero en vez de eso soy la cuidadora solícita, la madre amorosa, la nana precavida y la esposa sumisa que nunca fuí.

Pero por la noche todo cambia, él despierta con la energía renovada mientras yo sólo estoy deseando poner mi cabeza en la almohada y descansar pues sé el día siguiente que me espera. Lo conecto y empieza la danza de los deseos, de los pretextos, de las rebeldías y necesidades... Hace tiempo que su cabeza está habitando en alguna parte, con algunos momentos de lucidez que suelen ser brillantes, divertidos o emotivos. Sin embargo mi cabeza, tan habituada a vivir entre las nubes, está en el aquí y en un ahora que me deja extenuada, "la primera llamada" es atendida con atención y súplicas para dormir, pero a las 2, 4 y 5 de la mañana, el hada buena que invento a la luz del sol, se convierte en una furia que termina llorando o rumiando en el sillón, fumando cigarrillos descontrolada.

Lu*

13 may 2011

Extrañando los pagos... ¡tantos pagos!

Lo más extraño de extrañar es que uno nunca se acostumbra a la extrañeza de echar de menos...



Andar nuevos caminos acumula cariños, memorias, nostalgias y -en días como hoy- melancolías. ¡Inventemos esperanzas!

Lu*

En la "lista de Espera"...


Antes que nada -y aunque parezca obvio- quiero aclarar que todas la opiniones aquí vertidas nada tienen que ver con institucíón alguna, ni responden a ningún otro interés que no sea a mi propia necesidad de desahogo; por tanto, si en algún momento mis palabras ofenden o atentan contra una persona u organismo, pido por anticipado disculpas. Esta realidad que escribo es mi realidad, mis momentos, el lado del espejo que por derecho me pertenece; hay miles de personas viviendo una situación parecida, sin embargo cada uno lo hace carne a su manera. No soy médico, ni militante ni vocera, sólo soy "la acompañante" de una persona que vive el largo proceso del camino hacia el trasplante...

Me acuerdo bien de ese momento... mi marido había viajado a Buenos Aires para su consulta habitual con su hepatóloga, era casi, casi, una rutina de cada 2 ó 3 meses trasladarse a la capital para visitar a los médicos y de paso a los amigos, pasear por sus barrios y recordar otras épocas. Para mí, esos viajes significaban un descanso, descanso de cada una de las obligaciones conyugales que a pesar de los años no había podido acostumbrarme (ni entonces ni ahora): hacer la cama, lavar los platos, ir al super, preparar la comida, ordenar, quitar el polvo ¡vamos! las labores de cualquier ama de casa. Así que cuando mi esposo viajaba yo volvía del trabajo y sólo me tiraba en el sofá, o en la cama o prendía la compu, pedía pizza e incluso a veces ni comía, a veces tomaba una cerveza, aprovechaba para responder los mails atrasados, conectarme con amigos y hasta salir de juerga (de juega me iba incluso estando él, pero ese saborsete en la boca de no rendir cuentas que hacía años había dejado atrás le daban un gusto especial a mis salidas con amigas).

Todo era perfectamente normal y, como lo dije, rutinario, pero aquel noviembre del 2008 las cosas empezaron a cambiar, aunque nos negábamos a darnos cuenta... Recuerdo haberlo acompañado la siguiente visita, cuando le darían el "apto" o no para entrar en la lista; habían sido muy pocas las veces en que lo había acompañado al médico y esa mañana me presenté adormilada junto a él ante su doctora: -"Eres apto"- le dijo con la seriedad propia que la ocasión ameritaba... Él, lo recuerdo bien, respiró y dejó caer unas lágrimas -"¿pensabas que no lo serías?" preguntó ella sonriente, -"es que querer cambiar el mundo cuesta caro"- respondió, con la profundidad que infunde a las palabras que para él tienen significado, con eso tono de voz melancólico que tanto he aprendido a conocer.
-"Si, cambiar el mundo se pagan caro"- dijo, alejándose un poco de su papel de médico tratante.

Salimos de ahí con una sonrisa (aún hoy no se por qué sonreímos), nos tomamos de la mano y después lo olvidé todo, quizá fuímos a recorrer pizzerías como era el rito de cada viaje a Buenos Aires, o a casa de un amigo o caminar horas y horas sin rumbo fijo hasta que mis pies no daban más y comenzaba a rumiar con cara de pocos amigos para detenernos y tomar una cola cola ¡algo! (nunca he sido muy afecta a la actividad física y mis pies planos y mis caderas abultadas dan cuenta de ello); o quizá simplemente fuímos al hotel, no lo recuerdo, sólo recuerdo que ese día habíamos entrado en la lista, y la espera se convirtió -hasta el día de hoy- en compañera.


Lu*

p.d. Esto fué lo que escribí por aquel entonces, cuando pude recobrar el aliento... "Certezas..."

Borrando y Repasando...


He decidido comenzar desde cero, he borrado los pocos artículos que tenía y que, hoy en día, me parecen carentes de sentido, no es que me haya arrependido, no... Simplemente mis circunstancias han dado un vuelco y necesito hacer inventario.

Este blog es continuación de uno que desde el 2004 abrí en Blogia, y que por motivos ajenos a mi voluntad, de la noche a la mañana me fué imposible acceder para seguir publicando, en ese Blog se narraban mis aventuras de eso que llamé "mi paréntesis de luz" aludiendo al momento en que dejé mi país natal (México) para lanzarme a la aventura de recorrer el mundo y forjarme un nuevo destino. Así pues, las antigüas Andanzas de Lu, narran la historia de una joven en busca de sí misma, en busca de un mundo por descubrir sin miedos ni ataduras; tenía apenas 28 años y emprendí un viaje sin retorno, aunque en ese entonces yo no lo sabía... era demasiado joven, demasiado inocente y -si- demasiado ilusa.

En el correr de los años y de los post fuí dejando cuenta de una extraña madurez, afincada en Barcelona pude ver lo que mis ojos tanto ansiaban, y una vez que recalé en la Argentina mi corazón encontró eso que tanto buscaba. Viajé, me casé y luché con todas mis fuerzas para abrirme paso en ese nuevo país y es -justamente donde mi otro Blog se corta- el momento en que conquisté mis afanadas hazañas. Resumiendo el 2010 de cosecha: Llegó mi DNI, me afiancé en la docencia y en la escuela pública, mi Taller de Lectura iba viento en popa, realicé mi Especialización, junto a mi marido nos mudamos a un hogar mejor, viajamos, la plata no faltó y el 2011 se veía como una gran promesa... Fué un gran año sin duda, el mejor de mi adultez, entablé amistades entrañables, desenmarañé mi cabeza y la de otros tantos, me situé en un maravilloso estadío de mujer. Por primera vez pude mirarme al espejo y hacer las paces, mi cuerpo y mi cabeza habían conseguido un equilibrio, caminaba por la vida con nuevos bríos, pensando -ilusa nuevamente- que podía con todo y con todos ¡no había nada que no pudiera hacer, ya lo había demostrado! Orgullosa de mí y con un sesgo de superioridad avanzaba por el mundo. Era entonces la mujer que forjé a fuerza de golpes y alegrías.

Sin embargo, la vida no espera y tarde o temprano te alcanza, sobre mi "feliz pareja" pendía una espada que tarde o temprano estaba a punto de caer. Mi marido estaba enfermo, eso ya lo sabíamos, y a pesar de las promesas nunca faltó la sentencia de lo que estaba por venir, los afanes del ahorro doméstico, la desesperada búsqueda por pertenecer, por lograr, legalizar.. ¡no había tiempo qué perder! Hepatitis C es el virus que hace años se instaló en la sangre de mi esposo, una enfermedad silenciosa que de no ser detectada y tratada a tiempo, viene a complicar cualquier cancha; la nuestra se complicó y hoy -hace cinco meses- tuvimos que mudarnos con urgencia de ciudad, dejando la apacible Villa Mercedes (SL) para vivir en capital (y yo que juré jamás volver a vivir en una gran ciudad!), en Buenos Aires esperamos un donante, esperamos -con todo el universo que dejamos atrás- un trasplante hepático, vivimos la espera de "la lista de espera" y los días no alcanzan y las alegrías son otras y las lágrimas son de otro calibre.

"Codo a codo somos mucho más que dos", Benedetti en la luz y también cuando parece difuminarse, ávida de historias y colmada de sueños signé mi pasado, lo que otrora fueran libros y música, hoy son pasillos blancos, con hombres y mujeres de batas blancas, trámites interminables, corazones sobresaltados y extraordinarios seres que decidieron acompañarnos; abandoné mi larga melena y lo que un tiempo fué pasión y rebeldía ahora se ha convertido en una mano que nunca suelta a la otra cuando falla la esperanza ("¡no me sueltes, no te suelto!"). Así pues, este nuevo Blog promete ser lacrimógeno, pesado e iracundo, salpicado -supongo- de la perene alegría que mi marido siempre me ha reprochado (¡!).

Son millones las emociones que habitan en mí cada día, necesito un lugar, un refugio y escondite. Necesito contar mis pasos por este nuevo camino, con la plena convicción de ser una favorita de la vida, y que este trance sólo es un momento que -si, estoy segura- también pasará...

Lu*