Hoy finalmente tuvimos la consulta con la psicóloga, tras meses de pedirla, tras semanas de buscar un lugar, hoy por fin pudimos hablar con la especialista en Psicopatologías, en las patías que la mente atraviesa cuando se está pulseando por la vida. El diagnóstico no me sorprendió: "Es normal" dijo la psicóloga, normal lo que le pasa a él, normal lo que me pasa a mí, no hicieron falta derivaciones psiquiátricas ni preescripciones farmacológicas, y aunque las hubiera, ninguno de los dos las hubiese aceptado, porque acostumbrados a vivir a pleno, preferimos enfrentar la vida sin paliativos, sin disfrazar el dolor, sin esconder los sentimientos.
La terapia deberá seguir su curso, nos citaron para dentro de 15 días y para poder hablar, intentar buscar soluciones a la problemática diaria, para tener más armas -él para llevar, yo para sostener- la pesada espera, mediarán otra suerte de trámites engorrosos pues la cobertura de trasplante no incluye apoyo psicológico... No puedo ni podría quejarme del organismo que cubre cada uno de los gastos médicos de mi marido, la total cobertura clínica en su centro de trasplante, el 100% de abastecimiento de medicamentos, la internación domiciliaria (con enfermero y médico a domicilio), el hospedaje y hasta un apoyo alimenticio están incluídos. Haré los trámites que tenga que hacer, pues es un caso excepcional el nuestro, la espera ha sido demasiado larga para los estándares habituales.
Así pues, mientras llega la próxima charla con la psicóloga, esta semana he decidido barajar de nuevo, mis cartas estaban demasiado revueltas y no me había quedado ningún As, había vuelto a perder mi eje... Decidí -una vez más- tomar las riendas de la situación y con mi marido en franca mejoría física, bajar unos cuantos cambios porque no daba más, ya que la situación no promete cambiar en los próximos días, es decir son pocas las probabilidades que esta noche suene el teléfono informándonos que nuestro operativo está en curso, decidí cambiar yo (mientras pueda), dar vuelta la tortilla, correrme un poco...
Puse dinero en su billetera, y tras el intercambio de firmas para fungir como su apoderada, nos fuímos a pasear, caminamos bajo el sol mientras su cuerpo lo permitió, almorzamos en un lugarcito elegido por él, tomamos cafecito en otro como en nuestros antigüos paseos, en esos que recorríamos los bares y restaurantes sólo por el gusto de saborear las particulares especialidades de cada uno; nos tomamos de la mano y miramos el mundo que se nos ofecía a pleno, él satisfecho pagó cada una de nuestras cuentas, cada uno de los taxis y tonterías que compramos por ahí, sonreía. Digamos que salimos "como novios" y como entonces, nos dejamos llevar por el romance...
Puse dinero en su billetera, y tras el intercambio de firmas para fungir como su apoderada, nos fuímos a pasear, caminamos bajo el sol mientras su cuerpo lo permitió, almorzamos en un lugarcito elegido por él, tomamos cafecito en otro como en nuestros antigüos paseos, en esos que recorríamos los bares y restaurantes sólo por el gusto de saborear las particulares especialidades de cada uno; nos tomamos de la mano y miramos el mundo que se nos ofecía a pleno, él satisfecho pagó cada una de nuestras cuentas, cada uno de los taxis y tonterías que compramos por ahí, sonreía. Digamos que salimos "como novios" y como entonces, nos dejamos llevar por el romance...
Lu*
No hay comentarios:
Publicar un comentario