23 jul 2011

La mala de la película...


No cabe duda que una no siempre está a la altura que las circunstancias exigen, no cabe duda que, a pesar de todo, la estupidez te traiciona... Ayer, fué uno de esos días que prefiero dejar en el olvido, un día en el que toda la bronca contenida salió asentándose en el más desprotegido: Mi marido.

El lunes me desperté con la novedad de verme paralizada, mi espalda dijo basta y no quiso moverse más y a cada intento por hacerlo respondía con un profundo dolor que me hacía lanzar gritos y gemidos, aún así debimos concurrir a la consulta semanal, ese lunes pedí un camillero pues no fuí capaz de llevar yo misma la silla de ruedas, me partía de dolor; una vez en la consulta mi cartera se cayó y tuvo que ser levantada por la médica, yo ¡no podía moverme!... -¡Ay niña, te están matando!- me dijo la doctora, -si- respondí llorosa, acto seguido me prescribió un fuerte analgésico para "destrabar", 3 días en el que mi espalda fue cediendo poco a poco al dolor, mismos tres días en que debimos concurrir al hospital.

El tercer y último día de mi "tratamiento" tuvimos la terapia a la que las circunstancias nos obligaron a concurrir (finalmente y sin ningún problema, mi obra social autorizó las consultas), yo que nunca había ido al psicólogo no pude parar de llorar... 'la consulta es para Jorge' -pensaba, pero no dejaba de hablar y sollozar; diagnóstico: Incertidumbre, encierro, desarraigo, agotamiento y algunas cosillas más, todo "normal", y si... todo normal para el cuadro que atravesamos y que parece nunca va a terminar. A Jorge le recomendó retomar las cosas que le gustan y lo aferran a la vida, así como "no castigarme" por su enojo con la enfermedad, a mí me recomendó buscar alguna ocupación que me permita salir por unas horas de la rutina, por un lado ejercicio para mitigar el estrés y por otro alguna cosa que mantuviera mi cabeza ocupada en algo que me interesara. A los dos, nos recomendó "mirar al otro" y tratar de que este vínculo no se pierda cuando todo haya pasado, no echar culpas, no abandonarnos, buscar cosas que nos unan y que podamos hacer juntos.

En fin, todo "bien", osea, digamos, nada que ninguno de los dos no hubiera pensado, ni nada que otras personas no nos hubieran sugerido... salvo que ahora peleamos por todo; Jorge se rebela y yo soy "la mala de la película", papel que odio pero no me queda otra que representar -"alguien tiene que hacerlo"- me dijo su hepatóloga el lunes tempranito, y si, yo tengo que obligarlo a hacer todo lo que no quiere hacer, repetirle una y mil veces lo que tiene que hacer mientras él se resiste y comienza una batalla campal que poco a poco va subiendo de intensidad. Odio ser la mala del cuento, odio tratar a mi marido como a un niño, odio esta situación de mierda que me hace ver al hombre de quien me enamoré con todas sus miserias y desechos... Odio vivir entre sangre, vómitos, orines, caca, y baba; tener que pelar con él para conectarle el alimento, para que se tome sus pastillas, para picotearle los dedos, para inyectarle la insulina. Detesto verlo caminar encorvado y lento, arrastrando los pies o repetirle una y otra vez lo mismo cada 5 minutos...

Estoy furiosa con él por ponerme en esta situación, furiosa conmigo misma por vivirla ¡una no tiene por qué ver al hombre que tanto admira convertirse en un despojo! debería estar prohibido que el amor de tu vida se enfermara, deberíamos, si, deberíamos renegociar el contrato porque es demasiado lo que se sufre y lo que se aguanta. Vivo encerrada entre 4 paredes y estoy ¡furiosa! veo la vida pasar, veo a la gente lograr cosas por las que tanto luché y yo estancada, perdida, vacía; regañando a un adulto ¡un hombre adulto! del que sólo su fuerza por sobrevivir me recuerda que es a él a quien elegí... Ayer toda está bronca contenida salió disparada hacia él, le grité, le exigí que reaccionara, que "no se hiciera el pelotudo", que caminara derecho, que no me pidiera ayuda, que lo hiciera solo... Y él no dijo nada, sólo me miraba y agachaba la cabeza, se metió en la cama y me dijo: -"cuando puedas fijate que creo que estoy calentito"- y si, el termómetro demostró que estaba en lo cierto...

Caí de rodillas pidiéndole perdón, me encerré en el baño después de arroparlo e intentar bajarle la fiebre, y lloré y me dieron ganas de golpearme la cabeza contra la pared por hija de puta, porque solo una persona sin corazón es capaz de tratar así a un enfermo; atenta estuve vigilando su sueño, mientras una y otra vez repetía en mi cabeza lo que le había dicho... ¿pero qué me está pasando? ¿en qué me estoy convirtiendo? Cuando por fin entré a la cama él buscó mi mano y la agarró con fuerza -"si no fuera por vos, estaría muerto"- me dijo, y lo abracé y lloré y volví a pedirle -una y mil veces- perdón.

Hoy muy temprano me vestí y salí a caminar, la fiebre había cedido y yo necesitaba respirar, le pedí perdón a Dios y por primera vez le rogué que me ayudara, que él sabía cuándo y cómo terminaría todo ésto, que llegara pronto el hígado y que mientras tanto me diera la fortaleza para no volver a ningunear a este ser humano, que ¡por Dios santo! es mi marido... Jorge no se acuerda de nada, hoy volvió a levantar febrícula pero no quiso ir a la guardia, así que esperaré a ver qué pasa mañana, si vuelve a levantar fiebre tendré que llevarlo obligado y comerme las maldiciones que le corresponden a la bruja de este cuento, que por cierto, sigue con la espalda hecha un tronco.


Lu*

2 comentarios:

  1. Hola Lu.. Que extrano..Sabes.. me preocupan tu y tu esposo. He orado por ustedes. Tal vez tu forma de narrar tu situacion, tal vez el saberte oriunda de mi tierra tambien..No se.. Puedes estar segura que alguien ora por ustedes.
    Los abrazo en Jesus y Maria

    Edith

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  2. Gracias Edith, muchas gracias por tus oraciones, se sienten...

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