Lo dijo así, sin más, el muchacho lindo (muy lindo) con quien me topé ayer por la tarde mientras caminaba de vuelta a casa, sólo atiné ponerme colorada y agraceder con una sonrisa desconcertada el cumplido; fuí "feliz" todo el día, no paré de sonreír y mirarme en el espejo, el facebook y los mensajitos de texto fueron testigos de ese eco. Fuí feliz ¡qué boba! y todo por un piropo...
Hace un par de días, coincidentemente, charlando con una amiga, hablaba de mi necesidad de ponerme nuevamente tacones, un vestido, rizar mis pestañas, un poco harta ya de los vaqueros y cualquier suéter, de la cara lavada y los zapatos más cómodos... La mujer que existe en mí ha quedado totalmente delegada, olvidada y lo que hoy por hoy devuelve el espejo es un rostro cansado que ha envejecido demasiado en tan poco tiempo, mi cabeza se está llenando de canas y mi cuerpo, mi otrora muy caliente cuerpo, ha sucumbido a los fríos del celibato.
Feminista acérrima, aspirante a intelectual, lectora, independiente, he fundado mi vida en aquello que también pasa por la cabeza, desde temprana edad ganando y manejando mi propio dinero, sin aceptar imposiciones ni falsos cosquilleos, me resulta tan absurdo verme a mí misma "sonreír" con un extraño por decirme que "soy bonita"; he llegado a casa con aire triunfante, preguntado a mi marido si lo era, a lo que él -entre dormido y sin comprender desde qué lugar formulaba la pregunta- respondió (por si las dudas) un monosílabo "si".
Resulté ser tan boba como la más boba... lo acepto y me relajo, no voy a discutir la sensación que me produjo aquel piropo, ni ponerme a cuestionar que -en medio de una cruel enfermedad- extrañe cambiar de aretes y combinar la bolsa con los zapatos. Me renovó el sentir una mirada fuera de todo mi contexto, una mirada que por primera vez en mucho tiempo no me veía con pena, "admiración" o con ánimos de consuelo, me resultó una fuerte brisa que reaccionó en todo mi universo.
"Qué bonita sos", me dijo un completo desconocido (ya dije que era lindo ¿verdad?) y recaló en un post; tan a la ligera, tan natural y desfachatado el galán aquel, que jamás imaginó que sus tres palabras hubiesen movido los hilos de la pajarera ¡y yo que venía pensando 2000 cosas! esas que empañan mi mirada y mi mente... Hoy volvimos al hospital, bajo el influjo tilinguero puse el despertador media hora antes, me tomé mi tiempo, me miré al espejo, dejé el "uniforme" en una silla y abriendo el clóset saqué algunas prendas, pilchas que no había usado en mucho, mucho tiempo...
Lu*
No hay comentarios:
Publicar un comentario