Faltando poco para salir de terapia intensiva, mi marido ha vuelto a ser Jorge, sólo que 'endulzado' sin esa puta enfermedad que intoxicó su sangre durante años, con un espléndido color rosado y un hígado que, estoy segura, nos acompañará en los mejores años que están por venir. Atento a los saludos y visitas de sus afectos, pasa los días tranquilo, sabedor de su condición de sobreviviente, una experiencia más a cuestas. Consciente que este punto final es también su principio.
El camino lo anduvimos juntos, por eso me permito hablar en plural, el enfermo es él pero quien lo sostuvo sólo fuí yo, lo sé, él lo sabe, lo sabemos... El pacto fué no soltarnos las manos, sólo juntos lo conseguiríamos, y lo conseguimos: ¡nos trasplantaron!
Hemos aprendido mucho a lo largo de este trance, mucho de uno y mucho de cada uno, no fue facil pero salimos fortalecidos, con mutuas promesas renovadas. Así debe ser cuando uno emprende el viaje en compañía, el sol es siempre más brillante cuando podemos descubrirlo juntos...
Lu*
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